Los refugios
Cuando nos acercamos a examinar la realidad cotidiana de los refugios de montaña identificamos una serie de peculiaridades que dibujan un perfil propio, diferente a cualquier otro tipo de instalación de alojamiento.
Por un lado es considerado “alojamiento turístico”. En un establecimiento abierto al público, esto supone una mínima garantía de calidad para el usuario, dado que se aplican a los refugios las mismas normas en materia de información, precios, facturas, inspección y sanciones, etc. Su rasgo distintivo se encuentra en que tienen habitaciones de capacidad múltiple y están enclavados en un entorno deportivo o natural, donde accedemos sin carreteras.
Por otra parte son considerados “instalaciones deportivas”, ya que sirven al desarrollo de las actividades propias de los deportes de montaña. Con mayor o menor comodidad y mejores o peores instalaciones.
Pero estas dos consideraciones no son suficientes. Los refugios y sus guardas realizan una serie de funciones que desbordan cualquier planteamiento puramente turístico y entran en el terreno del servicio público, no sólo porque sirven de apoyo en el rescate de accidentados sino por su apoyo en tareas de información, sensibilización ambiental y control del medio.